La Verdad Sobre la Evolucion
Cursaba el segundo año del doctorado en Neuro Teología Cristiana y era la última conferencia de la clase y el último día de reunión para el receso navideño. En el ambiente se respiraba una atmósfera de fiesta, pues los días festivos se aproximaban. El tema de la clase giraba sobre: “El ADN y el Código de la Vida”.
Mientras el profesor Dr. Colón nos abría el entendimiento hacia otras dimensiones del saber y se interconectaban, por sinapsis eléctricas y bio-eléctricas, insospechadas rutas del aprendizaje en nuestras neuronas cerebrales, me quedé perplejo y con cierta duda; pues no podía creer lo que, en aquellos momentos, al profesor oía hablar. Nos decía que un estudio, “El Genoma Humano” , reveló que compartimos el 50% de los genes con la mosca de la fruta. El 99% de nuestros genes tienen un homólogo en los ratones. En el chimpancé la homología es de casi el 99% también. Se me mudó el semblante cuando continuó diciendo que otro estudio con el orangután, había llegado a la conclusión de que el humano comparte con ellos el 97% del ADN. Algo así, como un manto de frustración e incredulidad invadió mi ser.
Desde niño siempre había oído decir a todo el mundo, especialmente en la iglesia, que yo era “un hijo de Dios”, hecho a su imagen y semejanza, “un hijo de un Rey”, que todo lo que le pidiera al Padre, Él me lo concedía; que Él me guardaba siempre, que un día estaría con Él en el Cielo, con palmas en las manos, jugando en su “play-yard” y tocando un arpa de oro. También había oído decir que pasearía por unas calles de oro, un mar de cristal también.
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